
Yo no quiero dejarte prisionero de una organización que primero te inyecta el veneno del complejo de culpa, para decirte después que el único antídoto lo tienen ellos. No quiero que te inculquen una moral tan artera que considera más peligrosos una teta, que una pistola o un artilugio capaz de arrasar una ciudad entera.
Yo no quiero que te enseñen a dividir la humanidad en buenos y malos, en fieles e infieles,...