viernes, 21 de mayo de 2010

Oda escrita en 1.966


Nadie es la patria.
Ni siquiera el jinete que, alto en el alba de una plaza desierta, rige un corcel de bronce por el tiempo, ni los otros que miran desde el mármol, ni los que prodigaron su bélica ceniza por los campos de América o dejaron un verso o una hazaña o la memoria de una vida cabal en el justo ejercicio de los días.
Nadie es la patria.
Ni siquiera los símbolos.

Nadie es la patria.
Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos y de la lenta población de regiones que lindan con la aurora y el ocaso, y de rostros que van envejeciendo en los espejos que se empañan y de sufridas agonías anónimas que duran hasta el alba y de la telaraña de la lluvia sobre negros jardines.

La patria, amigos, es un acto perpetuo como el perpetuo mundo. (Si el Eterno Espectador dejara de soñarnos un solo instante, nos fulminaría, blanco y brusco relámpago, Su olvido.)
Nadie es la patria, pero todos debemos ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos, de ser lo que serían por el hecho de haber jurado en esa vieja casa.
Somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan esas sombras que debemos salvar.

Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso.

Jorge Luis Borges

viernes, 14 de mayo de 2010

¡Piu Avanti!



No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al menor ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

viernes, 2 de abril de 2010

El hincha


Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio. Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo.
En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.
Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos. Rara vez el hincha dice: "hoy juega mi club". Más bien dice: "hoy jugamos nosotros". Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.
Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.

Eduardo Galeano

viernes, 5 de marzo de 2010

La bolsa azul

 León Guruciaga. Poeta nicoleño

I
Una anciana en su rancho se moría,
Y a sus nietos decía:
- Mi caudal hallareis en esta almohada,
entre bolsas iguales repartido.
Así como os lo doy, lo he recibido
Del Mundo, de mi Dios y de la Nada.
Haced entre los tres las divisiones,
Sin otras aflicciones
Que al amor al color de vuestro agrado;
Si blanco, blanco; azulo colorado.
Y pues voy a rezar, id, os advierto...

II
Cuando los tres volvieron ya había muerto.
Dádola sepultura,
A su cama volvieron con premura,
Y en la almohada de abajo se encontraron
El caudal de las bolsas de la anciana.
Uno a uno tomó la de su gana,
Y con la bolsa al hombro se marcharon.
De oro repleta estaba la primera,
De ilusiones doradas la segunda,
Y de sanas virtudes la tercera.

III
Ignoro de los tres el paradero,
Más sé por cierta extraña referencia,
Que el de la bolsa azul es el primero
en gozar las virtudes de la herencia.

 León Guruciaga. Poeta nicoleño

jueves, 4 de marzo de 2010

Actitud

 

¿Alguna vez se pusieron a observar qué actitud toman los pájaros ante las adversidades?

Los pájaros se pasan días enteros construyendo su nido, recogiendo materiales -a veces- traídos desde distancias inmensas.

Y cuando ya está todo el nido terminado y los pájaros están a punto de tener a sus crías, las tormentas, un ser humano o algún animal lo destruyen y tiran por suelo tanto esfuerzo.

¿Qué hace el pájaro entonces? ¿Se paraliza? ¿Se deprime? ¿Abandona la tarea?

No. De ninguna manera.

Vuelve a comenzar, una y otra vez, hasta que en el nido aparecen los primeros pichones.

Duele recomenzar, pero, aun así, el pájaro jamás enmudece ni retrocede, sigue cantando y construyendo, construyendo y cantando.

Entonces, así nos golpee la vida una vez más, no hay que entregarse nunca.

Hay que seguir.

Hay que poner la proa visionaria hacia una estrella, afanosos de perfección y rebeldes a la mediocridad.

No hay que preocuparse si en la batalla sufrimos alguna herida. Probablemente así suceda. Hay que juntar los pedazos, armarlos de nuevo y volver a empezar. De cero.

No importa lo que pase, hay que seguir adelante.

Y nunca dejar de cantar.

domingo, 7 de febrero de 2010

El Holandés Errante




La historia del ““Holandés Errante”” es una de las más famosas y –tal vez-  una de las más antiguas leyendas del mar.

Según algunos registros históricos, la leyenda circula desde hace, por lo menos, 500 años. Pero hay quienes sostienen que, posiblemente, su origen se remonte a tiempos muy anteriores al nacimiento de Cristo.

La historia cuenta que un capitán holandés desafió la ira de Dios y, como resultado, fue condenado a navegar por los océanos eternamente, provocando la muerte de todos los que ven su nave fantasmal. Así, las versiones dicen que este barco ha sido visto en numerosas ocasiones, las últimas en pleno siglo XX.

Algunos sostienen que la historia del “Holandés Errante” se originó a partir de un hecho real, aunque no todos están de acuerdo sobre este punto. Además, el problema se complica más porque existen muchas versiones de la historia, en las que el capitán podría llamarse Vanderdecken, Van Demien, Van Sraaten o Van algo.

La versión más conocida de la historia del “Holandés Errante” habla de un tal Capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una terrible tormenta cuando doblaba el Cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros, aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas e intentara eludir el temporal, pero el Capitán se rió de sus súplicas y, atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.

La tripulación también se alarmó por la conducta de su capitán e intentó hacerse con el control de la nave, pero el intento de motín fue sofocado cuando Vanderdecken arrojó a su líder por la borda, mientras los horrorizados pasajeros y la tripulación se encomendaban a Dios.

En respuesta a sus plegarias las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa, revelando una figura gloriosa que según algunos, era el Espíritu Santo, mientras que otros aseguraron que era el mismísimo Dios.

La figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con los sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano eternamente, siempre en medio de una tempestad, y provocaría la muerte de todos aquellos que le vieran. Su único alimento sería hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija. Así la maldición, Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.

Ésta es la versión clásica de la historia del “Holandés Errante”.

Otra versión afirma que la historia deriva de la saga escandinava de Stote, un vikingo que robó un anillo a los dioses y cuyo esqueleto, cubierto con un manto de fuego, fue hallado después sentado en el palo mayor de una nave negra y fantasmal.

Otros creen que la historia es más reciente y sugieren que se originó en las aventuras de Bartolomeu Dias (1450-1500), navegante portugués que descubrió el cabo de Buena Esperanza en 1488 y cuyas proezas marítimas llegaron a parecer sobrehumanas.

Otros investigadores han desenterrado una dudosa historia acerca de los dos barcos mercantes holandeses del siglo XVI cuyas tripulaciones avistaron el fantasma de un bajel que se había perdido en el Pacífico; la historia del “Holandés Errante” derivaría de esto.

Una partida de dados con el Diablo

Otra teoría es que la historia se basa en la leyenda de un alemán llamado Von Felkenberg, que se jugó el alma a los dados con el Diablo y perdió.

Una leyenda holandesa similar habla del capitán Van Straaten y también se cuenta una historia acerca de Bernard Fokke.

Fokke, capitán del "Libera Nos", era famoso por la rapidez con que realizaban sus travesías. Quienes envidiaban su habilidad de navegante afirmaban que había establecido un pacto con el diablo, algo que la extrema fealdad de Fokke y su mal carácter ayudaban a creer. Un día se embarcó en un viaje del que no retornó y se rumoreó que, finalmente, el Diablo había cobrado su recompensa.

No es improbable que la leyenda del “Holandés Errante” naciera como consecuencia de un hecho real, aunque, sin duda, éste habrá sido algo más trivial que la venta de un alma al Diablo.

Existen muchos casos de buques que fueron abandonados por error por su tripulación, en la creencia de que estaban a punto de zozobrar, y luego siguieron a flote durante días, semanas, meses e incluso años, siguiendo los caprichos del viento y las mareas.

El más famoso de esos barcos es el Mary Celeste, pero no es el único. Quizá una de las historias más notables sea la del clíper lanero Marlborough, que desapareció en 1890 mientras viajaba de a Inglaterra. Se dice que fue hallado 23 años después, frente a las costas de Chile. Aunque la historia del Marlborough sea una exageración, resulta fácil imaginar su efecto en las mentes de marinos supersticiosos en aguas poco conocidas, cuando vieron al buque abandonado emerger súbitamente de la niebla.

A lo largo de los siglos mucha gente afirmó haber visto el espectro de la nave del “Holandés Errante”.
Uno de los informes más antiguos apareció en 1702 en la Magnalia Christi Americana, historia eclesiástica de Nueva Inglaterra que escribió Cotton Mather, autor prolífico y célebre pastor puritano. Pero muchas de las observaciones son difíciles de comprobar y, por lo tanto deben ser descartadas como espejismos, alucinaciones o visiones debidas a un exceso de alcohol.

La palabra de los príncipes

En 1881 una observación del barco del “Holandés Errante” fue comunicada por el príncipe Jorge de Inglaterra ---que después reinó como Jorge V- y por su hermano mayor, el príncipe Alberto Víctor, duque de Clarence. Se ha dicho que el incidente aparecía en el libro de bitácora del Baccante, pero no es así. En cambio, sí aparece en un relato del viaje de los príncipes en ese buque, compilado por John H. Dalton a partir de sus diarios personales, cartas y libros de notas. En el momento de la observación los príncipes estaban a bordo de otro barco de la flota, el Inconstant, ya que habían sido trasladados allí cuando el Baccante tuvo problemas en el timón.

El relato dice: “11 de junio de 1881. A las 4 de la madrugada el “Holandés Errante” cruzó nuestro rumbo. Era una extraña luz roja, como la de un buque fantasma, incandescente, y en el centro de esa luz, los mástiles, palos y velas de un bergantín, a 200 m de distancia, se destacaron con fuerte relieve cuando se acercó a nuestra amura de babor. El vigía del castillo de proa informó que estaba cerca de la amura, donde también lo vio claramente el oficial de guardia desde el puente, como también el guardiamarina del alcázar, que fue enviado inmediatamente al castillo de proa, pero al llegar allí no logró ver vestigios ni señales de ningún barco material, ni cerca ni en el horizonte, pese a que la noche era clara y el mar estaba en calma. En total fue visto por trece personas, pero si se trataba del Van Demien del “Holandés Errante”, o qué, no lo sabremos.

El Tourmaline y el Cleopatra, que navegaba a estribor, hicieron señales para preguntar si habíamos visto la extraña luz roja.
A las 10.45 el marinero que esta mañana había avistado al “Holandés Errante” cayó desde las crucetas del mastelerillo de juanete y se hizo trizas. A las 16.15 se efectuaron honras fúnebres y su cadáver fue lanzado al mar. Era un valiente marinero real, y uno de los más prometedores tripulantes del barco, y todos se sienten muy tristes por su pérdida. En el siguiente puerto nos encontramos con el almirante, que también se mostró muy disgustado. Alrededor de 13 personas en el Inconstant, además de una cantidad no especificada de personas en el Tourmaline y el Cleopatra, vieron el espectro, aunque si era el ““Holandés Errante”” u otro espectro no lo sabremos", tal como dijeron los príncipes.

Lo que si es cierto (o casi cierto), es que tal como lo decretara la maldición de Dios, la visión de la nave provocó la muerte de una persona.

Uno más que se fue con el “Holandés Errante”.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Guerrillero heroico

Solo dos imágenes tomó Korda al comandante Ernesto Guevara, aquel frío día de marzo de 1960, en La Habana. Una de ellas llegaría a convertirse en la más famosa foto del Che.

Apenas un año antes, con el triunfo de la Revolución, las calles son centro de la historia, y los fotógrafos testimonian los acontecimientos.

Entre ellos Alberto Díaz Gutiérrez, (Korda), (1928-2001), quien en el periódico Revolución publicaba importantes ensayos fotográficos.

Para captar los sucesos del momento y los jóvenes que los acometían, Korda, quien era ya un reconocido artista, utilizaba la luz natural, elemento básico en su trabajo.

La foto del Che

El triunfo de la Revolución en 1959, comenta Korda, dio a la fotografía un sitio especial, es entonces cuando empieza su historia como género coherente, y los fotógrafos logran imágenes que mueven resortes en el espectador, y otras se convierten en íconos.

Ya como fotógrafo del periódico Revolución, Korda se encontraba en su labor durante los funerales de las víctimas del sabotaje al barco La Couvre el 5 de marzo de 1960.

La tribuna principal estaba ubicada en la calle 12 y 23 del Vedado, a pocos metros del Cementerio Colón, y es ahí donde el hizo "por casualidad", como lo había afirmado en reiteradas ocasiones, la imagen emblemática que hoy conocemos de Ernesto Guevara.

“Estaba a unos 8 ó 10 metros de la tribuna donde hablaba Fidel y tenía una cámara con un lente semi-telefoto cuando me percato que el Che se acerca a la baranda, donde estaban Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir”, rememora Korda. "El Che se había mantenido en un segundo plano. Se acerca a mirar el río de gente. Lo tengo en el objetivo, tiro una y luego otra fotografía, y en ese momento el Che se retira. Todo ocurrió en medio minuto."

Cuando llega al periódico Revolución y revela la película, Korda piensa que es una buena foto del Che, pero el consejo editorial no selecciona para la publicación la foto en aquella ocasión. Las fotografías publicadas del acto, fueron las de los intelectuales galos Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Esta foto no se publicó hasta el 15 de abril de 1961.

En el verano de 1967 el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli llega al estudio habanero de Korda. Lo ha enviado Haydée Santamaría, presidenta de la Casa de las Américas. Buscaba unas fotos del Che y Korda le obsequia dos copias de la foto tomada en 1960.

Siete años más tarde de tomada, esa misma imagen alcanzaría otra dimensión social. La difusión de la fotografía del Guerrillero Heroico, sucede posterior al asesinato del Che en Bolivia, en el año 1967.

"En octubre muere el Che y Feltrinelli imprime la foto en un cartel de un metro por 70. Se dice que vendieron un millón de ejemplares en seis meses."

La fuerza de la mirada

La foto de Korda se convierte en mito. Impresiona por su hieratismo, con su chaqueta verde oliva cerrada, con su boina negra y la estrella dorada. "Se advierte en su mirada la cólera reconcentrada por aquellas muertes, hay una impactante fuerza en su expresión".

Es la foto que se lleva a las manifestaciones, a las protestas, aparece publicada en cientos de artículos, en banderas, en pósters.

Korda, quien realizó unas 400 a 500 fotos del Che, es reconocido mundialmente por la foto de Ernesto Che Guevara que el artista tituló "Guerrillero Heroico" esta imagen es hoy en día una de las más famosas del mundo.

“Es un orgullo para mí constatar la trascendencia de esa imagen”, afirmó Korda, quien recordó que esta foto es la más reproducida en la historia de la fotografía, e incluso resulto incluida en una compilación francesa de las 100 mejores instantáneas del Siglo XX.

En 1960 realizó ésta foto del Guerrillero Heroico, considerado por los críticos como uno de los diez mejores retratos fotográficos de todas las épocas y la fotografía más reproducida de la historia de la fotografía mundial.

Para siempre la obra de Korda servirá de gran paradigma icnográfico de la imagen del Che, con su melena, boina y penetrante mirada, que ha dado la vuelta al mundo y es inspiración para los revolucionarios.
Fuente: Juventud Rebelde

martes, 26 de enero de 2010

El Hombre de Vitruvio





El Hombre de Vitruvio es un famoso dibujo realizado en lápiz y tinta por Leonardo da Vinci alrededor del año 1492. Mide 34,2 x 24,5 cm y está acompañado de notas anatómicas realizadas por el propio Leonardo.

Representa una figura masculina desnuda en dos posiciones sobreimpresas de brazos y piernas e inscrita en un círculo y un cuadrado.

También se conoce como el Canon de las proporciones humanas.

En la actualidad forma parte de la colección de la Galería de la Academia de Venecia.

Se trata de un estudio de las proporciones del cuerpo humano, realizado a partir de los textos del arquitecto de la antigua Roma Vitruvio, del que el dibujo toma su nombre.

El cuadrado está centrado en los genitales, y el círculo en el ombligo. La relación entre el lado del cuadrado y el radio del círculo es la razón áurea. Para Vitruvio el cuerpo humano está dividido en dos mitades por los órganos sexuales, mientras que el ombligo determina la sección áurea. En el recién nacido, el ombligo ocupa una posición media y con el crecimiento migra hasta su posición definitiva en el adulto.

Las proporciones del Hombre de Vitruvio

“Vitrubio, el arquitecto, dice en su obra sobre arquitectura que la naturaleza distribuye las medidas del cuerpo humano como sigue: si separas la piernas lo suficiente como para que tu altura disminuya 1/14 y estiras y subes los hombros hasta que los dedos estén al nivel del borde superior de tu cabeza, has de saber que el centro geométrico de tus extremidades separadas estará situado en tu ombligo y que el espacio entre las piernas será un triángulo equilátero. La longitud de los brazos extendidos de un hombre es igual a su altura. Desde el nacimiento del pelo hasta la punta de la barbilla es la décima parte de la altura de un hombre; desde la punta de la barbilla a la parte superior de la cabeza es un octavo de su estatura; desde la parte superior del pecho al extremo de su cabeza será un sexto de un hombre. Desde la parte superior del pecho al nacimiento del pelo será la séptima parte del hombre completo. Desde los pezones a la parte de arriba de la cabeza será la cuarta parte del hombre. La anchura mayor de los hombros contiene en sí misma la cuarta parte de un hombre. Desde el codo a la punta de la mano será la quinta parte del hombre; y desde el codo al ángulo de la axila será la octava parte del hombre. La mano completa será la décima parte del hombre; el comienzo de los genitales marca la mitad del hombre. El pie es la séptima parte del hombre. Desde la planta del pie hasta debajo de la rodilla será la cuarta parte del hombre. Desde debajo de la rodilla al comienzo de los genitales será la cuarta parte del hombre. La distancia desde la parte inferior de la barbilla a la nariz y desde el nacimiento del pelo a las cejas es, en cada caso, la misma, y, como la oreja, una tercera parte del rostro».

La anterior es la traducción completa del texto que acompaña al Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci. En realidad es una traducción de las palabras de Vitrubio, pues el dibujo de Leonardo fue originalmente una ilustración para un libro sobre las obras de Vitrubio.

El Hombre de Vitruvio es probablemente una de las imágenes más famosas y reconocibles de Leonardo. (En El Código Da Vinci es también la obra de Da Vinci favorita de Sophie Neveu y es asimismo la postura en la que su abuelo, Jacques Sauniére colocó su cuerpo antes de morir).

Carteles con la imagen del hombre con dos pares de brazos extendidos y dos pares de piernas también extendidas han adornado muchas paredes durante al menos un par de generaciones. Vitruvio fue un escritor, ingeniero y arquitecto romano de finales del siglo 1 a. de C. y principios del siglo 1 de nuestra era. Su único libro existente, De Architectura, contiene diez enormes capítulos enciclopédicos en los cuales trata distintos aspectos de la planificación, ingeniería y arquitectura de la ciudad romana, pero también una sección acerca de las proporciones humanas. Su redescubrimiento y su renovado auge durante el Renacimiento alimentaron el crecimiento del clasicismo durante aquel periodo, e incluso en los posteriores.

La composición del Hombre de Vitruvio, tal y como fue ilustrada por Leonardo da Vinci, se basa por entero en el tratado del propio Vitruvio citado anteriormente sobre las dimensiones del cuerpo humano, que ha probado ser en buena parte conecto. El énfasis se pone, al construir la composición, en la racionalización de la geometría, por medio de la aplicación de números enteros pequeños.

El Hombre de Vitrubio es un claro ejemplo del enfoque globalizador de Leonardo que se desarrolló muy rápidamente durante la segunda mitad de la década de 1480. Trataba de vincular la arquitectura y el cuerpo humano, un aspecto de su interpretación de la naturaleza y del lugar de la humanidad en el "plan global de las cosas". En este dibujo representa las proporciones que podían establecerse en el cuerpo humano (por ejemplo, la proporción áurea).

Para Leonardo, el hombre era el modelo del universo y lo más importante era vincular lo que descubría en el interior del cuerpo humano con lo que observaba en la naturaleza.

domingo, 24 de enero de 2010

Rosslyn, el misterio jamás develado



La capilla de Rosslyn, llamada también la catedral de los enigmas, se encuentra a sólo unos 15 kms de Edimburgo, y, sin embargo, allí no hay rastro de la multitud de turistas que se amontonan por las laderas del castillo de la capital escocesa.
Situada en las afueras del pueblecito de Rosslyn, rodeada por la campiña y alejada de pubs y bed and breakfasts, Rosslyn Chapel conserva el inquietante encanto que la ha convertido en un lugar de peregrinación para buscadores de misterios.
Desde el exterior sorprende por sus reducidas dimensiones, pero, tras franquear la entrada, lo que realmente deslumbra es la cantidad de desconcertantes símbolos de las tradiciones hebrea, cristiana, egipcia, masónica y pagana, que han hecho de sus paredes la tierra prometida de generaciones de criptógrafos.
David Brown, autor de "El código Da Vinci", que sitúa bajo su techo maravillosamente tallado el desenlace de la novela, la define como ''el paraíso de la simbología'', y es posible que las leyendas que envuelven el lugar lo hayan inspirado más de lo que admite.
Los Caballeros Templarios la edificaron en 1446, como réplica exacta del mítico templo de Salomón, en Jerusalén, con el célebre muro oeste que parece inacabado y, según se dice, la cripta subterránea copia del lugar donde los nueve fundadores de la orden militar y religiosa habrían desenterrado por primera vez el Santo Grial.
William Sinclair, príncipe de Orkney, a quien se debe la iniciativa de construir la capilla, reposa entre sus muros con algunos de sus antecesores, como su homónimo de 1297 que fue gran prior de los Caballeros del Temple, o Herry Sinclair, apodado "El Santo", de quien la tradición dice que viajó al Nuevo Mundo en 1398. Como recuerdo de aquel legendario viaje quedan un cactus y unas mazorcas de maíz indio, esculpidas en la piedra años antes de que el Nuevo Mundo fuera descubierto oficialmente.
Se dice que los templarios, reconocidos constructores de iglesias, se superaron a sí mismos en Rosslyn porque era el lugar elegido para esconder el Santo Grial. Lo cierto es que no hay un solo centímetro sin tallar, y que, hasta la fecha, no toda la compleja simbología ha sido descifrada.
A pesar de ser considerada morada y monumento de idólatras, la capilla consiguió salvarse de la furia destructora de la Reforma Protestante gracias a los vínculos entre el legado templario y la masonería de la que fue gran maestro el mismo Oliver Cromwell. Sin embargo, su protección no impidió que en 1650 su caballería, a la orden del general Monk, la usara como establo.
La recuperación de Rosslyn empezó a principio del siglo XIX gracias a los poetas William y Dorothy Wordsworth, y sobre todo gracias a Walter Scott, que le dedicó una oda.
Su éxito entre los intelectuales de la época fue tal que Louis Daguerre, inventor del daguerrotipo y precursor de la fotografía, la reprodujo en uno de los dioramas de su invención que, entre 1824 y 1835, recorrieron Europa.
No es difícil entender la fascinación que siempre ha ejercido.
Toda la superficie de la iglesia está esculpida con símbolos y representaciones de parábolas, dogmas de la doctrina cristiana y pequeños relatos mitológicos. Junto a las cruces floreadas, los cálices, varios signos templarios y 56 marcas masónicas distintas descubiertas por los expertos, se pueden identificar estrellas de David, símbolos astrológicos, plantas y representaciones de la iconografía cristiana, como las estaciones del Calvario, los pecados capitales, el velo de la Verónica con el rostro de Cristo, y Lucifer, el ángel caído, el único representado cabeza abajo. No podían faltar referencias a la historia y a las arraigadas tradiciones escocesas, como el corazón de Robert the Bruce, el primerrey de Escocia, o antiguos ejemplares de gaitas.

La capilla esconde extrañas melodías en sus columnas





Recientemente dos músicos de Edimburgo, padre e hijo, acaban de descifrar una melodía oculta en las esculturas que la adornan.
Tras años de estudios, Tommy y Stuart Mitchell lograron "leer" una antigua melodía medieval, tallada en los capiteles y las bases de sus columnas por los constructores masones.
La reliquia arquitectónica -mandada construir por un noble que, según la leyenda, era descendiente de caballeros de la Orden de los Templarios-, ya es un lugar de peregrinación para los fanáticos del Código Da Vinci de Dan Brown.
Según el bestseller del escritor estadounidense, la capilla escondería el Santo Grial en una bóveda secreta, a la que nadie ha podido acceder desde la Edad Media.
Ahora, el sitio cuenta con otra historia para atraer a miles de turistas entusiasmados por sus misterios y leyendas.

La pista de los ángeles

Stuart Mitchell explicó a la BBC que descubrió una "orquesta de ángeles" en la base de unos arcos que rodean el altar central.
Estas figuras llevan instrumentos musicales diferentes, y cada una mira hacia uno de los "cubículos" que se forman debajo de los arcos.
"Estábamos convencidos, por la posición de los ángeles en los capiteles de los pilares, y por el hecho de que se encuentran justo debajo de estas pequeñas bóvedas, de que aquí había música", dijo Tommy, su padre.
Sus sospechas se confirmaron cuando encontraron un ángel que porta un papiro. En él se distingue un pentagrama y tres notas claves.
"También encontramos pistas en otros libros. Con el paso de los años esto se convirtió en una obsesión y decidimos descubrir qué era lo que estaba pasando aquí", agregó.
"Si estos patrones no contuvieran música, los acordes que encontramos hubieran estado dispuestos al azar, y no harían esta música tan encantadora y bella", acotó.
La pregunta inevitable es ¿por qué los escultores habrían escondido una melodía?
Stuart Mitchell aventura que hace 500 años el conocimiento de las armonías podía ser visto como peligroso e incluso herético por las autoridades eclesiales.

BBC, Londres

lunes, 18 de enero de 2010

La Teoría de las ventanas rotas




En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio. 


Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. 


El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre. 


¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo? 


No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional. 


En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores. 


Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. 


Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes. 


La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: graffitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro. 


Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de 'tolerancia cero'.

La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. 


El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York. 


La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad. 


No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe también aplicarse la tolerancia cero. 


No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo. 


Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana.

viernes, 8 de enero de 2010

El duelo o la refutación del horóscopo



Los dos hombres nacen el mismo día, a la misma hora.
Sus vidas no se cruzan hasta que son enamorados por la misma mujer. Entonces se encuentran y pelean por ella.
Uno de ellos obtiene la victoria y el amor.
Al otro le corresponde el dolor, la humillación y quizá la muerte.
Los astrólogos han previsto ese día el mismo horóscopo para los dos.
Tal vez son erróneos los vaticinios.
O tal vez se equivoca uno al pensar que el amor y la muerte son destinos distintos.


Alejandro Dolina

jueves, 7 de enero de 2010

La leyenda del Inglés de los Huesos



Hace mucho tiempo atrás, alrededor de 1890, había un caballero inglés que viajaba periódicamente hacia el norte de la provincia de Santa Fe para comercializar hacienda vacuna. En uno de esos viajes estableció una amistad con mi bisabuelo, Don Agustín Iriondo, propietario de estas tierras de la localidad de Cululu.
Cuenta la leyenda que cuando el inglés pasaba por esta zona se hospedaba en esta casa y contaba con la hospitalidad del propietario, quien puso a su disposición el campo donde pastaban los animales de rodeo y la casa para que se hospedara.
Durante su descanso, el inglés tenía la costumbre de sentarse en un sillón hamaca donde pasaba mucho tiempo pensando en su amada esposa, quien residía en Londres, su tierra natal.

Era muy alto, fuerte, rubio, de ojos muy claros.
Tenía muy buena relación con los peones, ya que muchas veces los ocupaba con la hacienda en tránsito.
Por su personalidad, al poco tiempo se lo reconoció como una persona afamada, no sólo por ser extranjero sino también todo un caballero.
Un día el inglés no se presentó por la mañana. El personal de servicio entró a la casa para despertarlo o ver si necesitaba algo, ya que siempre se levantaba muy temprano.
Al entrar se encontraron con un cuadro tétrico: el inglés yacía en el sillón hamaca muerto por un tiro en la cabeza del revólver que él siempre portaba.
En el escritorio encontraron dos cartas: una en la que se despedía de su amigo Don Agustín Iriondo, contándole que había decidido poner fin a su vida, y la otra era de su esposa, quien le decía que no podía seguir viviendo de esa forma y había encontrado otro hombre que le diera su amor.
La gente del campo no sabía qué hacer con el cadáver, ya que el propietario estaba en Santa Fe y al no poder comunicarse con él, decidieron enterrarlo en algún lugar cercano a la casa. Nunca se supo cuál es el lugar exacto donde descansan los restos del inglés, ya que mi abuelo murió muy joven y su esposa Lucía nunca quiso hablar del tema.
A partir de aquel momento, surgieron numerosas leyendas entre la gente del campo.
Una de las más conocidas es la del fantasma del inglés, que sale por las noches como una luz mala. Su sillón aún continúa meciéndose solo, como si en verdad el inglés estuviera presente.
Todo este cuadro crea un cierto recelo por la casa, no sólo en el personal de servicio que se negaba a entrar a la habitación o a pasar cerca del sillón, sino también en los propios peones, quienes no querían acercarse a la casa de noche por temor a que “el inglés de los huesos” se les apareciera. Varios años más tarde, mi abuela, quien ya había enviudado, mandó a quemar el sillón-hamaca para apaciguar los ánimos del personal de servicio.
Durante mi niñez escuché esta historia muchas veces, no sólo de boca de mi familia sino también del personal del campo. Hoy ya han pasado más de cien años y el temor aún persiste en esta casa.
Hace más de tres décadas que vivo aquí y, para hacer honor a la verdad, no tengo temor alguno.
Pero, debo decir que me siento acompañado por alguien que muchas veces hace jugadas extrañas que yo atribuyo al “inglés de los huesos”.

Lamentablemente, a pesar de que hablo con él a diario, ni siquiera conozco su nombre.



Por Dr. Antonio Taboada, Cululu, Santa Fe
Enviada a través de LT9, Radio Brigadier López

 
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