
Intentando encontrar el cielo puedo hallar hasta a la misma muerte.
Algún día sucederá, lo sé.
Las historias sólo comentan las luchas, eternas, inútiles, siempre sangre, siempre dolor.
El dolor es bueno si se sabe dominarlo...
“Yo soy el dolor...”, me dijo, y lentamente se introducía en mí, desgarrando mis entrañas y capturando para siempre el sueño del nunca recordado vuelo. Apuesto que no recordás el vuelo... ya me parecía.
Algún día vendrás y ya no estaré, todo habrá acabado. Gritarás tu furia, romperás las fotos de un recuerdo que nunca debió haber figurado en ninguno de los rincones de tu mente,... en ninguno.
Ideas... ¿de qué?,... ¿de quién?,... ¿de Dios?,... ¿cuál Dios?, ¿al que le implorás tu sangre cuando querés suicidarte, o aquél que sólo recordás maldiciendo tu puta suerte de una noche sin promesas de amor...?
Dios, el mejor y el peor invento de todos... ¿no?
Ya lo ves, los relámpagos de la última tormenta ya asoman sobre la sombra de tu antigua figura, sin forma, como tu vida, como cada uno de los actos errantes que realizás tratando de agradar... ¿a quién?
Temblando subís a tu habitación buscando los espejos, pero nunca los encontrarás. Ellos están junto a la ruta que cruzás todos los días de tu vida, vagando por ahí, subiendo a la cima de sus almas para que sus destellos no dañen tu opaco orgullo de ignorancia eterna.
Entonces vas a correr, estoy seguro de eso (...) y cuando te canses de escapar y sólo veas las mismas demacradas imágenes de los espectros de tus sueños, lamentarás haber nacido. Te ahogarás en un baño de luna incandescente como jamás lo habías pensado. La tierra se abrirá como tus venas aquella noche,... te acordás?
Ya nada podrá salvarte.
Volverás al centro mismo de la existencia, de donde jamás debiste haber salido, o al que tus ojos ciegos de muerte jamás volverán a ver.
Felices sueños.
Que duermas bien...
GJQ - 1993
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